
Desde Ecoloxistas Galiza, ante la aparición de noticias acerca de las maravillosas bondades de las medidas correctoras para evitar muertes por colisión y barotrauma de aves y quirópteros en las instalaciones industriales de aerogeneradores queremos dejar clara nuestra posición al respecto. Las prioridad siempre debe ser evitar el daño, por tanto no ubicar estas instalaciones industriales en emplazamientos donde existan aves amenazadas o quirópteros, nunca una medida correctiva va a solucionar el problema, la mejor opción es no causar tal problema.
Situar los aerogeneradores en áreas de paso de aves migratorias, o en hábitats de aves amenazadas y quirópteros es un brutal atentado ambiental. La altísima velocidad a la que surcan el aire, y el gran área batida por sus aspas las convierten en una enorme y eficaz máquina de matar. Las medidas correctoras propuestas, como la instalación de dispositivos de ahuyentamiento y parada y la vigilancia humana no son, además, muy eficaces.
Los dispositivos, compuestos por cámaras y por luces estroboscopicas y emisores acústicos, se basan en un análisis de las imágenes captadas mediante inteligencia artificial, para distinguir las aves de otros objetos en movimiento como nubes y aeronaves. La calibración de dichos dispositivos la eligen los propios gestores de los “parques eólicos”, dejando fuera generalmente las aves del tamaño inferior al de una paloma, con lo cual cientos de especies de aves pequeñas quedan fuera de esta supuesta protección.
Para las aves grandes, mayores que una paloma, existen otros problemas. Lo primero que hace el dispositivo ante la entrada de una de estas aves en el radio marcado como peligroso es emitir señales acústicas y luminosas, de dudosa o nula eficacia según el testimonio de personas que trabajan en “parques” con estos dispositivos instalados. Las aves normalizan estos sonidos y luces, y hacen caso omiso de ellas. Lo siguiente que pasaría sería la parada del aerogenerador, si el ave continúa acercándose y traspasa un segundo radio establecido. Teniendo en cuenta el enorme área batida y la velocidad que pueden alcanzar estas máquinas, de alrededor de 300km/h, nos podremos hacer una idea de que la parada no es inmediata, tardando más de medio minuto, una eternidad para un ave que se dirige hacia las aspas en parar completamente,haciendo dicha teórica parada inutil.
Otro método es la ubicación de personal que vigila con prismáticos haciendo la función de estos aparatos, que debe, en unos casos llamar a un teléfono para solicitar la parada, y en otros activarla directamente con un mando. Aparte de el problema descrito de la lenta parada, en este caso pesa también la conservación del puesto de trabajo, ya que los operarios que paran frecuentemente las máquinas no suelen obtener la renovación de sus contratos eventuales. A esto hay que añadir que ni cámaras ni operarios son funcionales ni trabajan de noche, y hay gran número de aves que vuelan de noche en rutas migratorias, así como las aves nocturnas y los quirópteros.
Con respecto a las paradas programadas para velocidades de viento inferiores a los 6m/s, durante el período de julio a octubre, para proteger a los quirópteros habrá que hacer dos precisiones. La primera es que dicho período puede tener sentido en latitudes norteñas, donde la salida de hibernación y la época de actividad de los quirópteros coincidiría más o menos con este intervalo, pero es totalmente inadecuado para las latitudes más meridionales, la mitad sur peninsular, donde la época de actividad de los quirópteros es más extenso, pudiendo llegar a ser de mayo a noviembre, según las temperaturas ambientales, los murciélagos no se rigen por el calendario. La segunda precisión es que los encargados de discernir la velocidad del viento y la parada en las noches de dicho exiguo período son los propios operadores del “parque eólico”, quienes no suelen ser muy propensos a parar las máquinas y perder dinero.
Las mejores medidas correctoras son las que nunca se tendrán que tomar.